Me despierto entre las sábanas de mi vida ordenada con la turbadora sensación de haber retrocedido seis o siete años en el tiempo. De nuevo Él. Su presencia. La siento. Pero conforme me desperezo, esa fuerza sobrenatural que es su recuerdo se desvanece en el falaz umbral del sueño y la vigilia.
Me acurruco bajo el edredón mientras me pregunto con temor más que acritud si habrá pasado demasiado tiempo. Si será demasiado tarde para que volvamos a enfrentarnos a nosotros mismos y a nuestras conciencias con la sinceridad de antaño. Si algún día volveremos a ser aquellas personas que se perdieron en el otro y en uno mismo en un momento de arrebato y pasión que duró más de seis años. Me pregunto con autoinfligida nostalgia si algún día me volveré a reconocer en sus hipnóticos y embaucadores ojos de gato.
Me acurruco bajo el edredón mientras me pregunto con temor más que acritud si habrá pasado demasiado tiempo. Si será demasiado tarde para que volvamos a enfrentarnos a nosotros mismos y a nuestras conciencias con la sinceridad de antaño. Si algún día volveremos a ser aquellas personas que se perdieron en el otro y en uno mismo en un momento de arrebato y pasión que duró más de seis años. Me pregunto con autoinfligida nostalgia si algún día me volveré a reconocer en sus hipnóticos y embaucadores ojos de gato.
Me levanto y me asomo por la ventana. Me quedo suspendida de mis propios pensamientos durante ¿minutos? ¿horas?. Observo la llama del cigarrillo extinguirse entre las grisáceas cenizas mientras me niego a aceptar que ese sea el final que nos espera. ¿Tarde? ¿Qué es el tiempo? El tiempo no existe. No es más que una invención del presuntuoso ser humano en un intento de control sobre aquello que no lo tiene.
Vuela mi imaginación hacia atrás en el tiempo de mentira y me veo tan párvula en mis ingenuidades. Entonces hablaba con la osadía de la candidez que confiere la inexperiencia. Sin embargo, hoy me doy cuenta de que no éramos diferentes. Tan sólo hacía falta que el tiempo, ese que no existe y que no es más que una invención, me pusiera en tu mismo lugar. Y ahora que me encuentro en él, no sé como recuperarte. Ni recuperarme.
Pero no. Hoy no voy a dejar que me venzan mis temores. Fue una cuestión de tiempo el que llegásemos al punto de enrevesamiento físico y mental al que llegamos. Al igual que será una cuestión de tiempo el que el ciclo se repita. Una cuestión de tiempo, sea este lo que sea.