miércoles, 30 de enero de 2008

La Gasolinera

He decidido plantarle cara a ese devenir cretino y caprichoso. Quedaron atrás los días hundidos en la niebla densa de la mañana. Ese dia sonó el teléfono con más ímpetu que nunca y descolgué el auricular despreocupadamente. Su voz me sacó de mi ensimismamiento, arrancándome una sorisa en la que hubieran podido quedarse varados mil besos al mismo tiempo.

- Hola muñeca.
- Hola! Cuánto tiempo sin oír tu voz!
- Quería felicitarte el año de viva voz. He intentado llamarte varias veces esta mañana pero no me he hecho contigo. Por fin te encuentro.. ¿Qué tal va todo?
- De maravilla. Y ahora que te escucho, algo mejor, si cabe.
- Creo que voy a escaparme al centro de compras. ¿Crees que podríamos explorar nuevos probadores?
- Eres incombustible. Y un caradura!
- Pero eso ya lo sabes.. no me conformo con el "probador probado". Quiero más!
- (Solté una carcajada mientras mis palabras se liberaron casi antes que mis pensamientos) Esta vez no habrá probadores. Pero te prometo que te sorprenderé.

A la hora de siempre me encontraba en el sitio de siempre. Y como siempre, te vi acercarte por el retrovisor. Hacía algún tiempo que no nos veíamos y conocíamos el nerviosismo qe se apoderaría de nosotros. Podía imaginar tus pupilas dilatándose tras tus gafas oscuras. El cuello alto de tu abrigo no ocultaba tu sonrisa indómita y socarrona. Y me estremecí cuando me miraste por encima de los cirstales ahumados al inclinarte para abrir la puerta del coche.

Entraste envuelto en una ráfaga de aire frío que cortaste sin miramientos al cerrar la puerta tras de ti.

- "Tenía ganas de verte", me dijiste casi al oído mientras me dabas un beso en la mejilla.
- "Y yo a ti....", te dije mientras el beso que tenía pensado darte en la mejilla se escurría hacia la comisura de tus labios...
- "No sabes cuánto me apetecía tenerte cerca, preciosa", susurraste poniéndome una mano en el lateral de mi cuello.
- "Y a mi...", dije cogiéndote con firmeza la mano que tenías sobre mi cuello, clavándote mi mirada en el fondo de tus pupilas...

Arranqué a toda velocidad sin decir una palabra. Mientras acariciaba con suavidad el volante de cuero, te intuía observando cada uno de mis movimientos como acostumbreas a hacer. El aire frío en el que habías venido envuelto se había ido templando hasta hacerse casi incandescente.

Llegamos a una gasolinera. Con destreza encaré el coche hacia la entrada del túnel de lavados. "Completo" le dije al mozo. Apretó un botón verde con tosquedad y me giré hacia tí con impaciencia. Te obsequié con un beso profundo de los que sé te hacen enloquecer. Sabía que de un momento a otro perderías la compostura. Sabía que de un momento a otro estarías entregado a mi con la vehemencia con la que el rodillo giratorio se acercaba al parabrisas...

CONTINUARÁ...

domingo, 13 de enero de 2008

Tiempos Difíciles; Tiempos Revueltos

Os sorprenderíais al ver lo desordenada que está mi vida. Y no me extraña: la primera sorprendida soy yo. Soy de esas personas a las que les gusta tener todo -o al menos, gran parte- bajo control. O al menos, bajo ese mínimo de control que garantiza un mínimo equilibrio.
Las cosas se han desbordado. Y lo peor de todo es que, inesperadamente, no denpenden de mi. El descontrol que uno causa es casi una estrategia. El que causan los demás, símplemente, se escapa de nuestro hacer o no hacer. Se escapan de nuestro raciocino tanto los potenciales hechos como sus consecuencias. Que hoy por hoy pintan nefastas.
Y aquí me encuentro, con la sensación de estar al borde de un abismo que yo no he elegido. Con la inestabilidad de poder desequilibrarme en cualquier momento que no habré elegido yo, precipitándome al vacío.
Me encuentro en la dicotómica situación de saber que lo único que parecía estable en mi vida, es en realidad lo que se ha desestabilizado; lo que me ha desestabilizado. Y la única estabilidad hoy por hoy me la proporciona lo que hasta ahora me producía ese desequilibrio entre la razón y la volición.
Hoy, más que nunca, llego a la convicción de que somos almas gemelas, levemente desacompasadas en el espacio y en el tiempo.

sábado, 5 de enero de 2008

La Coraza de tus Besos

Camino hacia el coche con una sonrisa que se dibuja sin control sobre mi rostro. El aire seco y frío de un invierno incipiente no consigue a penas rozarme y escapa abriéndose en dos a mi paso. Hoy me paseo por las sendas de mi indecencia con la coraza de tus besos.

Sin reparar en ello, intento aplacar la euforia que se desata en mi interior y que tiene origen en el recuerdo de un par de horas atrás. La sonrisa se acentúa en mi rostro víctima de un desorden molecular incontrolable. Siento pálpitos en el pecho que llaman con insistencia a la puerta de mi atención. Sin embargo, me concentro en aplacar la euforia que se me desborda y que me debería hacer sentir culpable. Pero no puedo: hoy no.

Como fragmentos de una historia inventada, el eco en mis oídos me recuerda tus palabras. Se me eriza al vello espalda abajo al recordar el fuego de mis miradas proyectado en tus pupilas. E inconscientemente me humedezco los labios en un intento frustrado de saborear lo que en ellos quede de tus besos; tratando de emular sin éxito el calor de tus susurros en los míos, llevándose mis palabras; robándome los suspiros.

Llego al coche y entro. Me siento y me pongo de nuevo al volante de mi descarrilada vida. El aire está ardiendo. Mi conciencia, también.

Y lo peor de todo, es que no me arrepiento.