sábado, 30 de agosto de 2008

El Irlandés

Me apresuré a deslizarme por la acera a su encuentro con paso firme y repetitivo, haciendo resonar mis tacones a lo ancho y largo de la avenida casi con la precisión de un reloj suizo. Como una mano invisible que tortura con ahínco, el segundero de ese instante me empujaba irremediablemente hacia Él.

Sin embargo, esta vez no sería para permitir que me estrechara entre sus brazos, como tantas otras veces lo hiciera, sino para huir de ellos para siempre. Con el dolor del desengaño y el alivio de la partida, llegué hasta él y comencé a hablarle antes siquiera de permitir que se diera la vuelta y me mirara.

"La vida es un juego de alquimia. Unas veces la unión de dos elementos diferentes da con un nuevo y más valioso elemento. Otras, sin embargo, da con la corrupción de ambos" sentencié, mientras se giraba lentamente y clavaba en mis ojos una rancia expresión entre el desprecio y la absoluta incomprensión.

"Qué sorpresa, nena", dijo con una voz no menos rancia.

"En cuanto me de la vuelta, serás solo un rasguño en mi línea del tiempo, una noche fría más que olvidar, una columna de vapor emergiendo de cualquier alcantarilla. Serás un simple recuerdo que se desmaterializará hasta caer en el más rotundo olvido".

Sin permitir que dijera una sola palabra, levanté mi mano izquierda. Inexplicablemente, cuando me giré había allí un taxi con la puerta abierta. Una mano emergió de la oscuridad y me arastró al interior del habitáculo. Él, inmóvil en la acera, mantenía clavada en mi una mirada desencajada y aterradora, que comenzó a desaparecer por el rabillo de mi ojo tan pronto como el taxi se puso en marcha. En ese momento, una voz cálida y varonil emergió del asiento contiguo. Tenía un marcado acento irlandés.

"I hope you are fine, baby"
"Si.. estoy bien, gracias. Pero necesito tomar una copa"
"A la séptima esquina con la cincuenta, por favor", dijo la voz anónima con su marcado acento irlandés.

miércoles, 9 de julio de 2008

El Caballero de las Sienes Plateadas

Dicen que el hueco que deja tras de si el desamor solo puede ser colmado con un nuevo amor.

Pero, ¿qué sucede cuando no es amor, sino deseo pasional? ¿Con qué se llena el hueco que deja tras de si el haber sido el centro del universo de alguien para el que ya no se tiene ninguna relevancia? ¿Acaso amor y pasión van indisolublemente unidos y son uno solo? ¿Acaso es un único concepto dotado con la bicefalia anómala propia del Can Cerberos, donde prepondera uno u otro a razón del que se posicione tras del otro?

Con todos estos interrogantes torturándome recurrentemente y con la esperanza de poder olvidar todo lo sucedido, insté al chauffeur para que detuviese la limoussine en aquel preciso instante. Todavía no habíamos llegado a la altura de la calle 71 cuando me apeé a toda prisa. La tarde había caído sobre la afilada silueta de Nueva York y el frío ingente se fundía con las columnas de vapor que emanaban de las alcantarillas.

Sinatra me susurraba tras la neblina característica de la gran ciudad, cuando lo vislumbré en mitad de la nada. Era Él: el Caballero de las Sienes Plateadas.

domingo, 22 de junio de 2008

Las Crisálidas del Recuerdo

Era una noche cerrada de nubes amarillentas sobre París, señal inequívoca de que en breves momentos comenzaría a llover. Abrí la ventana bañada en la penumbra para comprobar que el viento era en cierto modo cálido. Encendí un cigarrillo y se iluminó mi rostro al tiempo que el chasquido del fósforo me sacó de mi ensimismamiento.

Tras mucho tiempo, quizá demasiado, había sentido su ausencia. Pero no como una carencia, sino como un hecho que ya había asimilado. Entendí que ya estaba preparada para darme a la reflexión.

Y así lo haría.

Pero antes, cogí mi bolso, me calcé mis tacones y anudé fuerte la gabardina a mi cintura. El paraguas colgaba de mi antebrazo como Él de mi recuerdo. Y mis pensamientos se hacían incandescentes, como la llama del cigarrillo que sostenía entre mis dedos, a cada paso quebrado que resonaba en el desierto bulevar.

sábado, 16 de febrero de 2008

Sobre y bajo las nubes

Escena: 11.53 de la mañana. Ella gira la cabeza y vislumbra el cielo azul salpicado con nubes de aspecto algodonoso a través del translúcido estor. Al sur del horizonte, las nubes se aglutinan en una masa compacta de gris tiznado. Está sola frente al teclado, con diversos asuntos pendientes amontonados en su mesa, pero un único pensamiento. Escribe:

"Sobre y bajo las nubes.

"En este momento estarás probablemente subiéndote al avión que pude haber cogido. Aunque no puedas verme en la puerta de embarque, ni sentada a tu lado, sabes que mis pensamientos se suspenderán en breves instantes sobre las mismas nubes sobre las que yacerán los tuyos. Y te abandonarás a tus fantasías en ese espacio que deja el cielo entre el sol y la tierra. Espero que vuelvas no con una, sino con dos victorias bajo el brazo. Besos sobre y bajo las nubes,

"Tu otro yo.

"PD: hoy dejo mi postdata en tus manos. Y más allá."

Escena: Ella mira el cuenco con fresas que tiene a la derecha del teclado. Coge una al azar y le da un bocado. Tintes ácidos se mezclan con el dulzor de esa fruta en su boca en un binomio equilibrado. Se abandona al pensamiento de que, por muy rojo que sea su color, es difícil acertar el grado de dulzor o de acidez de las fresas si no es probándolas. Y eso sólo puede pasar en el momento en el que tus dientes te anuncian que ya es demasiado tarde para volver a dejarla intacta en el mismo cuenco del que la sacaste.. Son ahora las 12.15. Es hora de hacer click en Enviar, y volver a poner los pies en la tierra..

viernes, 15 de febrero de 2008

Más allá y algo más

Escena: Ella está en su despacho. Teclea su cuenta de correo y la contraseña que cada día le lleva hasta el punto donde sus fantasías se encuentran con las de Él. El único punto en el que siente poder rozarle. Tiene un mensaje de correo en la bandeja de entrada. Hace click sobre el asunto: "Más allá y algo más". Lee:

"Escena: 07.55 de la mañana. Él está en su despacho. Está amaneciendo, y aunque las nubes se resisten a dejar ver el sol, como la buena lencería, dejan ver lo justo para que los ojos y la mente ocupen su lugar. Está solo, frente al teclado, falta poco para que deje el despacho y se suba a un avión para ir a trabajar y para encontrarse con sus deseos más velados. Escribe:

"Organizo mis papeles a falta de poner orden en mis pensamientos y los meto todos en el maletín que cerraré a conciencia, para no permitir que ninguno se escape. Los quiero todos conmigo. Igual que quiero cada uno de los segundos que rozan tus pestañas cuando me miras. Hoy serás mi compañera de viaje. Y ahora va siendo hora de juntar los chapines rojos y salir volando. Besos (los que no te daré esta noche, pero que te daré alguna otra noche).

"Tu otro yo.

"PD: Algún día te demostraré que este algo va más allá y es algo más. Algo que no se describe; algo que solo se ejecuta."

"Escena: Él levanta la cabeza y mira a través de la ventana. No está claro que el sol vaya a ganar hoy la batalla por el día. En el fondo el sol sabe que tiene las de ganar; por eso no lucha con el ahínco que se esperaría de él. El sol sabe esperar a que llegue su momento, el momento en que pueda alzarse majestuosamente sobre todo el cielo y tintarlo del color que él quiera. Es tal su poder que hasta su modestia es imperiosa. Después de un pensamiento tan alambicado para ser las 8.00, Él hace click, envía el mensaje y se va a disfrutar de algo más..."

TO BE CONTINUED...

lunes, 4 de febrero de 2008

Mujeres

Las mujeres somos seres de por sí sofisticados, que no necesariamente queremos, tenemos o sabemos llevar vidas de planicie resctilíneas. No. El que lo piense se equivoca.

Y esta afirmación tiene sus orígenes en hallazgos ancestrales que atestiguan que la hembra cuidaba del huerto (equivalente al actual mercado o Carrefour de turno), se ocupaba de las crías (churumbeles), de la cueva (casa) y de ahuyentar las bestias (que hoy podrían ser los buitres que planean a diesto y a siniestro alrededor de toda mujer) mientras el unívoco macho se colapsaba con la actividad de salir de estampida con sus colegas detrás de cualquier animal que se moviese, o lo que es lo mismo, irse de cañas con los amigos a tirarle los tejos a cualquier falda que se mueva (con o sin mujer debajo).

Por eso las mujeres tenemos vidas mucho más complejas que los hombres. Porque necesitamos atender a varias tareas para no caer en el aburrimiento. No es estraño que una mujer se hastíe debido al continuado y orenado desarrollo de actividades 'estándar' en algún momento de su vida, llegado el cual, solo puede plantearse lo siguiente:

1. Irse de compras;
2. Tener un amante;
3. Encontrarse con su amante mientras está de compras.

Lo que indica que irse de compras es el paso que toda mujer que quiera cambiar el rumbo de su vida debe dar.

Siguiendo mi propia teoría, me he ido de compras. Al aeropuerto (¿por qué no?). Y así de paso he comprobado la disponibilidad de vuelos a Milan...

domingo, 3 de febrero de 2008

Una Proposición (muy) Indecente

Se apresuró a sostener mi rostro entre sus manos tibias y me miró a los ojos con seriedad. Sus ojos denotaban experiencia; esa seguridad al proceder avalada por los años vividos. "Casi cuarenta", pensé. Veía con inquietud cómo sus ojos se deslizaban sobre los míos y descendían con avidez hacia mis labios. Con la decisión con la que la fibra azul y amarilla del rodillo giratorio se aplastó contra el parabrisas un beso cayó en picado sobre mi boca, mientras sus dedos se perdían entre los mechones de mi pelo que circundaban la nuca.

Casi sin apartar sus manos de mi rostro ni sus labios de los míos, escuché cómo susuraba en voz alta:

"Me encanta besarte.. ¿Te has dado cuenta de que me encanta besarte?" Era como si hablara consigo mismo, perdido en el éxtasis que provoca la consecución de lo que se deseó con vehemencia.
"No deberíamos estar tanto tiempo sin vernos. Luego pasan estas cosas", le dije mientras sonreía sin que él pudiera dejar de besarme.
"Tienes razón, no podemos esperar tanto", continuó sin apartarse de mis labios. "Tengo un congreso en Milán el mes que viene. Y me alojaré en un hotel de súper lujo.. ¿Por qué no te vienes?"
"Porque es imposible", dije tajante, pero sin permitir que dejara de besarme. Necesitaba tomar un tiempo para que lo que acababa de decirme dejara de retumbarme en los oídos..
"Vaya, me tocará irme otra vez sólo... Y pensar en ti durante los dos días que dure el congreso"..

El estruendo provocado por los rodillos agitándose sobre el coche logró ahogar nuestros gemidos, pero no mis díscolos pensamientos mientras fantaseaba con la locura que supondría escaparme a Milán con Él un par de días...

miércoles, 30 de enero de 2008

La Gasolinera

He decidido plantarle cara a ese devenir cretino y caprichoso. Quedaron atrás los días hundidos en la niebla densa de la mañana. Ese dia sonó el teléfono con más ímpetu que nunca y descolgué el auricular despreocupadamente. Su voz me sacó de mi ensimismamiento, arrancándome una sorisa en la que hubieran podido quedarse varados mil besos al mismo tiempo.

- Hola muñeca.
- Hola! Cuánto tiempo sin oír tu voz!
- Quería felicitarte el año de viva voz. He intentado llamarte varias veces esta mañana pero no me he hecho contigo. Por fin te encuentro.. ¿Qué tal va todo?
- De maravilla. Y ahora que te escucho, algo mejor, si cabe.
- Creo que voy a escaparme al centro de compras. ¿Crees que podríamos explorar nuevos probadores?
- Eres incombustible. Y un caradura!
- Pero eso ya lo sabes.. no me conformo con el "probador probado". Quiero más!
- (Solté una carcajada mientras mis palabras se liberaron casi antes que mis pensamientos) Esta vez no habrá probadores. Pero te prometo que te sorprenderé.

A la hora de siempre me encontraba en el sitio de siempre. Y como siempre, te vi acercarte por el retrovisor. Hacía algún tiempo que no nos veíamos y conocíamos el nerviosismo qe se apoderaría de nosotros. Podía imaginar tus pupilas dilatándose tras tus gafas oscuras. El cuello alto de tu abrigo no ocultaba tu sonrisa indómita y socarrona. Y me estremecí cuando me miraste por encima de los cirstales ahumados al inclinarte para abrir la puerta del coche.

Entraste envuelto en una ráfaga de aire frío que cortaste sin miramientos al cerrar la puerta tras de ti.

- "Tenía ganas de verte", me dijiste casi al oído mientras me dabas un beso en la mejilla.
- "Y yo a ti....", te dije mientras el beso que tenía pensado darte en la mejilla se escurría hacia la comisura de tus labios...
- "No sabes cuánto me apetecía tenerte cerca, preciosa", susurraste poniéndome una mano en el lateral de mi cuello.
- "Y a mi...", dije cogiéndote con firmeza la mano que tenías sobre mi cuello, clavándote mi mirada en el fondo de tus pupilas...

Arranqué a toda velocidad sin decir una palabra. Mientras acariciaba con suavidad el volante de cuero, te intuía observando cada uno de mis movimientos como acostumbreas a hacer. El aire frío en el que habías venido envuelto se había ido templando hasta hacerse casi incandescente.

Llegamos a una gasolinera. Con destreza encaré el coche hacia la entrada del túnel de lavados. "Completo" le dije al mozo. Apretó un botón verde con tosquedad y me giré hacia tí con impaciencia. Te obsequié con un beso profundo de los que sé te hacen enloquecer. Sabía que de un momento a otro perderías la compostura. Sabía que de un momento a otro estarías entregado a mi con la vehemencia con la que el rodillo giratorio se acercaba al parabrisas...

CONTINUARÁ...

domingo, 13 de enero de 2008

Tiempos Difíciles; Tiempos Revueltos

Os sorprenderíais al ver lo desordenada que está mi vida. Y no me extraña: la primera sorprendida soy yo. Soy de esas personas a las que les gusta tener todo -o al menos, gran parte- bajo control. O al menos, bajo ese mínimo de control que garantiza un mínimo equilibrio.
Las cosas se han desbordado. Y lo peor de todo es que, inesperadamente, no denpenden de mi. El descontrol que uno causa es casi una estrategia. El que causan los demás, símplemente, se escapa de nuestro hacer o no hacer. Se escapan de nuestro raciocino tanto los potenciales hechos como sus consecuencias. Que hoy por hoy pintan nefastas.
Y aquí me encuentro, con la sensación de estar al borde de un abismo que yo no he elegido. Con la inestabilidad de poder desequilibrarme en cualquier momento que no habré elegido yo, precipitándome al vacío.
Me encuentro en la dicotómica situación de saber que lo único que parecía estable en mi vida, es en realidad lo que se ha desestabilizado; lo que me ha desestabilizado. Y la única estabilidad hoy por hoy me la proporciona lo que hasta ahora me producía ese desequilibrio entre la razón y la volición.
Hoy, más que nunca, llego a la convicción de que somos almas gemelas, levemente desacompasadas en el espacio y en el tiempo.

sábado, 5 de enero de 2008

La Coraza de tus Besos

Camino hacia el coche con una sonrisa que se dibuja sin control sobre mi rostro. El aire seco y frío de un invierno incipiente no consigue a penas rozarme y escapa abriéndose en dos a mi paso. Hoy me paseo por las sendas de mi indecencia con la coraza de tus besos.

Sin reparar en ello, intento aplacar la euforia que se desata en mi interior y que tiene origen en el recuerdo de un par de horas atrás. La sonrisa se acentúa en mi rostro víctima de un desorden molecular incontrolable. Siento pálpitos en el pecho que llaman con insistencia a la puerta de mi atención. Sin embargo, me concentro en aplacar la euforia que se me desborda y que me debería hacer sentir culpable. Pero no puedo: hoy no.

Como fragmentos de una historia inventada, el eco en mis oídos me recuerda tus palabras. Se me eriza al vello espalda abajo al recordar el fuego de mis miradas proyectado en tus pupilas. E inconscientemente me humedezco los labios en un intento frustrado de saborear lo que en ellos quede de tus besos; tratando de emular sin éxito el calor de tus susurros en los míos, llevándose mis palabras; robándome los suspiros.

Llego al coche y entro. Me siento y me pongo de nuevo al volante de mi descarrilada vida. El aire está ardiendo. Mi conciencia, también.

Y lo peor de todo, es que no me arrepiento.