viernes, 9 de noviembre de 2007

Justos y Pecadores

Caía la tarde sin ningún miramiento sobre los castaños del bulevar y entre sus hojas se filtraba una pátina de humedad grisácea. Con convicción, hacía resonar mis pasos sobre los adoquines redondeados, ciñendo con firmeza a mi cintura el cinturón de mi gabardina. El frío del incipiente invierno se filtraba a través del foulard de seda gris perla que llevaba anudado al cuello y casi me helaba las palabras aún por pronunciar.
Entré en el pequeño Café de Flore y de inmediato me encontré con tus ojos clavados en los míos. Esbozaste una de esas sonrisas maliciosas que casi desfiguran tu rostro angelical y me atrajíste irremediablemente hacia tí sin siquiera ser consciente de ello. Pediste dos copas de Chardonnay y brindamos.
- Por nosotros, muñeca. Y porque a partir de hoy las cosas serán diferentes.
- Por nosotros, dije con cierto aire de expectación.
Las copas resonaron justo en el punto de encuentro de nuestras miradas.
- Y dime, ¿qué es lo que va a cambiar entre nosotros?
- Tú no te has dado cuenta, pero ya ha cambiado. Ha ido cambiando durante todo este tiempo; lentamente; deliberadamente. Pero, queramos admitirlo o no, todo ha cambiado. Y nos ha cambiado. Desde que nuestras circunstancias forman parte de nosotros mismos, el lazo que nos une, preciosa, es algo que persiste en el tiempo. Que cambia nuestro presente, que cambió nuestro pasado, y que cambiará nuestro futuro. Ocultarlo sería negar la realidad. Y esa realidad, querida, lo queramos o no, nos pertenece.
- Sí. Como exposición filosófica sobre el hecho probado de que hay algo entre nosotros, no está mal. Pero ahora, ¿podrías decirme por qué brindamos hoy?
- Porque ya no vamos a escondernos, muñeca.
- ...
- El riesgo que asumimos viéndonos es muy grande. Tanto como el placer que me producen nuestros encuentros. Y tanto es así que he decidido no seguir limitándome en función de lo que pueda resultar más seguro. Quiero disfrutar de tu compañía sin límites. Quiero pasear contigo cogidos de la mano, o intensamente abrazados. París es una gran ciudad. Y muchos son los ojos anónimos que nos rodean. Así es que -dijo tomándome las manos entre las suyas- no pienso esconder lo que me mueve cada día.
- Sólo te olvidas de una cosa, querido.
- ¿De qué?
- De que uno de los ingredientes indispensables para que nuestros encuentros sigan teniendo ese aliciente que tienen es el factor riesgo; el placer de lo prohibido, de lo complicado, de lo reprochable. Si me quitas el maquiavélico placer de sentir que hago y deshago cuando quiero el puzzle de mi vida a sabiendas de que no debería, esto perdería toda la magia que lo envuelve.
Saqué un cigarrillo de mi minúsculo bolso y lo encendí. Un hilillo de humo pronto difuminó tu gesto desencajado ante mis ojos. Con movimientos pausados saqué el espejo y la barra de labios. Me retoqué el carmín y, casi sin reconocer mi propio cinismo en el pequeño espejo ante mi, te dije:
- Hemos sido infieles a los que nos rodean para sernos fieles a nosotros mismos. Pascal dijo que sólo hay dos tipos de hombres: los justos que se creen pecadores, y los pecadores que se creen justos. ¿En qué grupo crees que estamos, querido?

12 comentarios:

luna llena dijo...

el placer de lo prohibido, es un aliciente, el saber que no puedes disfrutar de el siempre que quieres, sino cuando puedes...mmm me gusta leerte.
besos de luna

Rimel Azul dijo...

Como siempre, un placer leerte...

venus dijo...

en si... lla fidelidad a lo mas importante.....

perdona lo cortante.. sabes que no ando bien...

un besote y un abrazo

Lágrimas de Mar dijo...

pecar, lo prohibido, el riesgo, la infidelidad...todo es un conjunto que da placer

besotes bonita, un relato fantastástico,
como siempre un placer leerte

lágrimas de mar

Nosotras mismas dijo...

Me imprimo tu post y me lo leo, ahora en el tren

Besos

El antifaz dijo...

Llevas razón. No hay nada como la sensación de desatarte cuando te han prohibido el movimiento... en este caso, yo sería un pecador que se cree pecador. Lo siento por Pascal.
Espero que hayas leido la historia que te dejé sobre el Café Kleber. Sino, dímelo y te la envío de nuevo.
Besos.

dANieL dijo...

pobre hombre,lo estás machacando. Él está ilusionado por empezar una nueva vida contigo, enderezar su camino torcido ya de una vez por todas... pobre hombre... pobre.

Con un par de tacones dijo...

LUNA LLENA: gracias por dejar tu comment. Y por lo que dices en él: cosas así me animan a sacar tiempo de donde no lo tengo para compartirlo con vosotros ;

RIMMEL AZUL: bienvenida y gracias por tus palabras. Un placer leerte a tí también!

VENUS: se que no estás pasando un buen momento.. ánimo. Me paso ahora por tu sitio a verte ;)

NOSOTRAS MISMAS: me encanta poder acompañarte en tu trayecto en tren!! Todo un placer, de verdad ;)

ANTIFAZ: Un placer leerte por aquí. Sí, la teoría de Pascal tiene lagunas también a mi entender :) Y claro, leí tu historia del Café Kleber. Una historia realmente triste.. espero que la próxima vez que vayas a París pagues los dos cafés de verdad y no solo en tus malogradas fantasías. Un beso.

DANIEL: siento contradecirte: lo único que él quiere es vivir dos vidas en una. No sé quién machaca a quién... ;)

dANieL dijo...

Lo dejarías todo por él, pero él no lo dejaría todo por ti.

Nosotras mismas dijo...

Pasaba a saludar

Besos

Ninived dijo...

SIEMPRE EN UNA RELACION DE ESE TIPO CUANDO DEJA DE SER ILICITA, PIERDE SU ENCANTO, LO EXCITANTE DE ESOS ENCUENTROS ES LA ADRENALINA ES LA TENTACION DE LO PROHIBIDO... SALUDOS¡¡¡¡¡

Patricia Gold dijo...

Acá agrego algo(si me lo permitis)
"hay que ser fiel a si mismo y leal a los demas"
tomalo como desees..
;-)
pero ese es mi lema..de VIDA
besos.!!!!