miércoles, 15 de agosto de 2007

Doble o Nada

Era una mañana de agosto grisácea. La temperatura parecía comedirse a las 9 de la mañana y escasos rayos de sol asomaban sin ningún propósito en un intento desairado de serrar las espesas nubes azuladas. Sonó el teléfono en su modalidad de timbre histérico, y de un sobresalto me precipité sobre el auricular.

"¿Si? Te he dicho que no me gusta que me llames a casa, y menos a estas horas. ¿Esta noche? De acuerdo. Sí. ¿Dónde quieres que nos encontremos? Sí, en Saint Honoré. Bien. Allí estaré... Por supuesto que los llevaré ¿Con quién crees que estás hablando, querido?"


La mañana voló y en el remolino de su huida arrastró consigo a la tarde gris y lluviosa de un dia cualquiera de agosto. Tenía una cita en esacasos minutos y debía estar a punto. Pensé de nuevo en el hecho de que me hubiese llamado a casa y tan temprano. Nuestros encuentros empezaban a sucederse con más frecuencia de lo habitual. Casi podría decirse que adquirían una cierta regularidad dentro de lo inusual. Pero las trabas que debíamos superar para hacerlo eran el aliciente indiscutible para no privarnos de ello. No por el momento.

Conduje por las adoquinadas calles del centro de Paris con habitual serenidad. Encontré por fin un semáforo en rojo. Con una hiperbólica sincronización alargué mi brazo al asiento de al lado, y abrí el bolso. Extraje el pintalabios, giré cuidadonsamente el embellecedor rojo y dorado y me retoqué el carmín. Acto seguido, comprobé mi cabello. Todo en orden. Me acerqué más aún al espejo retrovisor y, minuciosamente, comprobé que la sombra oscura que envolvía mi mirada, oscura ya de por si, seguía en perfecto estado. Me sobresalté con el sonido del claxon del coche de atrás y metí primera al tiempo que un haz difuso de luz verde inundaba el habitáculo.

Cuando llegué al lugar indicado, detuve mi coche. Miré la entrada del lujoso restaurante a través del cristal cuando, repentinamente un atento garçon me sorprendió con una voz grave y varonil: "Madame...". Me abrió educadamente la puerta y descubrí a un joven apuesto y refinado. Lo miré. Puse un pie sobre los adoquines redondeados, clavando el afilado tacón para afianzar mis movimientos. El joven muchacho miró atento mi zapato, después la pierna y ascendió hasta clavarme su mirada en mis retinas. Me tendió su mano firme y cálida que, naturalmente, no rechacé. Salí del coche y me quedé a corta distancia frente a él. Tenía unos bonitos ojos castaños que, almendrados, me sonreían. Inclinó su rostro en un gesto casi reverencial y le tendí las llaves de mi coche. "Con cuidado", le dije. Clavó de nuevo su mirada en mis pupilas y con una sonrisa seductora susurró: "Bien sure, Madame". Para entonces ya me había encendido un cigarrillo. Miré al joven de reojo, saqué la boquilla impregnada de Dior Addict Rouge de entre mis labios y liberé un hilillo de humo.

"Lástima que no tenga más tiempo y tú estés trabajando".
"Pardon?"
"Hasta la próxima, muñeco"

Sonreí con picardía mientras perdía de vista al joven tras la nube de humo blanquecino, y me dirigí al interior del restaurante. Con pasos delicadamente cortos, pero seguros, debido al escueto diámetro de mi falda y a la excesiva altura de mis tacones, me deslicé sobre la moqueta roja. Subí uno tras otro los escalones conocedora de que cada uno de ellos representaba un paso más en ese viaje sin retorno. Apoyé una mano sobre la balaustrada acercando de nuevo el cigarrillo a mis labios. Miré en derredor, mientras intentaba contener los feroces latidos en el interior de mi pecho. En algún lugar entre los candelabros de plata, las velas encendidas, el bar de cuero negro con incrustaciones de cristal, las lámparas de araña o el piano de cola, me estabas esperando.

En efecto, como si de imanes se tratara, nuestras miradas convergieron de súbito en el centro del salón. Te sonreí, aún de lejos, y sin apartar siquiera un segundo mis ojos de los tuyos, me dirigí a tu encuentro.

Mientras, en el otro lado del salón, el croupier se desgañitaba: "Mesdames et Messieurs, fait vos jeux... Rien ne va plus..."

4 comentarios:

venus dijo...

Señoras y Señores, hecho sus juegos... Nada va más...? como que no...... quede a la mitad.......

un beso

escribes re bien

dANieL dijo...

Recien llegado de la playa, mojado a�n, buscando por casualidad causada algo excitante leo esta maravilla... uffff... me has hecho estremecer babe!! muuuuac

Lágrimas de Mar dijo...

si, quedamos a la mitad,
la parte más interesante seguro
besos

lágrimas de mar

Patricia Gold dijo...

Aahh,!!nooo, noooo y noo!!
Me dejaste con la intriga..y todavía encima..me hablás de Paris y en francés!!?????
... ese idioma me puede, esa ciudad más...!!
ya contáme que pasáo!!!
c´est tres bien ,mon amie!!!..