sábado, 18 de agosto de 2007

El Preámbulo

Sin apenas ser consciente de ello había llegado hasta ti y me había deslizado entre tus brazos con corrección y atrevimiento, permitiendo que tu mano me ciñera firme la cintura y se deslizara cadera abajo en un minucioso despiste.

Comenzamos a cenar. Todo era exquisito: el champagne, el magnífico salón, los refinados garçons y la música de fondo que acariciaba mis sentidos. Como tu presencia. Sin esperármelo, me rozaste la pierna bajo el mantel. Y clavaste tus ojos en los míos con una expresión casi profética. El champagne difuminó pronto los límites dentro y fuera de nuestras alborotadas conciencias. Tus manos rozaban por accidente las mías, tu pierna se entrelazaba con la mía, tu mirada se fundía con la mía.. Y todo frente a los accidentales espectadores.

Nos dirigimos al bar. Me senté en uno de los taburetes con asiento de terciopelo rojo y crucé las piernas. La punta afilada de mi zapato quedó a la altura de tu rodilla. Te golpeé suavemente mientras pedías dos cóckteles. Te giraste y me agarraste fuerte del brazo. Tu rostro se perdió descaradamente entre mi cabello y sentí tus dientes hundirse en mi cuello.

Mi cuerpo se deshizo en un torbellino inconfesable de sensaciones que me hicieron saltar del taburete y me arrastraron contra ti. Te rodeé con mis brazos, acorralándote contra el cuero negro con incrustaciones de cristal del lujoso bar. Aunque no cabía un alfiler entre nuestros cuerpos, di un paso más hacia ti hasta que sentí mi pecho aplastado contra el tuyo. Mis ojos te devoraban. Mi boca también.

En un baile enloquecido, tus manos se deslizaban por el tobogán de mi falda mientras se me desbordaban a borbotones tus besos. Con un giro acrobático me colocaste de espaldas al bar, pero no me resistí. Esta vez quería sentirme dominada. Tus manos desaparecieron bajo mi blusa, y el cuero terso y cálido del bar se adhirió a mi piel. Me apretaste aún más contra el cuero a mis espaldas. Podía ya notar tu pasión enhiesta. Estuve a punto de perder por completo el control pero me contuve: no debíamos perder de vista que ninguno de los dos debía estar allí y en ese momento. Y mucho menos entregados el uno al otro.

Sin que aún te lo esperases, te clavé el afilado tacón en el empeine e hice un ejercicio de equilibrio sobre él. Sin embargo, no te quejaste. Me miraste enajenado tirándome suavemente del pelo, mientras hacías resonar un azote en mi trasero.

"Sabes tocar muy bien mis teclas, querido", te dije con una mirada encajada entre el ardiente deseo y el más puro desafío.

"¿A qué esperas para sacarme de aquí y darme lo que me merezco?"

11 comentarios:

dANieL dijo...

Precioso, pero ya es hora de darle un giro más de tuerca y no quedarte únicamente en una mezcla de sensaciones: preséntanos a los personajes, sus pensamientos, sus sentimientos, sus ideas, sus miedos. Bueno... un beso.

venus dijo...

TE QUEDO PRECIOSO.... NOS DESCRIBES LAS SENSACIONES DE UNA MANERA.... QUE ME DEJAS SIN PALABRAS

UN BESO

El antifaz dijo...

Hay veces que se debería justificar el desalojo de un bar. El deseo es contagioso, y explicado así como tu lo haces, adictivo.
Un beso.

Hugo dijo...

Todo diez puntos... pero ese tacón...!!! mmmmhhh...
Evidentemente no puedes con tu genio, aunque al final solo sea un esbozo de resistencia..jaja
Me imagino cómo lo habrán disfrutado. Los felicito
Un beso

Con un par de tacones dijo...

*Daniel: muchas gracias por tu sugerencia. Y sí.. todo llega ;) Aunque a veces la información no viene explícita, sino que hay qe leerla entre líneas. De todos modos, me has dado una idea ;)

*Venus: gracias por tu visita. Seguiré intentando acercaros mis sensaciones tanto que podáis tocarlas con la punta de los dedos ;)

* El antifaz: ¿quién no ha sentido alguna vez esa necesidad imperiosa de salir a refugiarse en la oscuridad, lejos de los ojos de quien no debe ser testigo? ¿Y quién no se ha quedado alguna vez enganchado por ese sentimiento de estar haciendo lo incorrecto? Sí, pecar es adictivo.. Como tus comentarios ;)

* Hugo: me ha encantado tu comentario. No hay nada más seductor que poder sentirse ama en un momento dado. Sentir que el devenir lo tienes en la palma de tu mano. O en tus afilados tacones. Cuando quieras te propino uno de esos pisotones. Te prometo que tienen mucho de especial ;)

Lágrimas de Mar dijo...

me acerco tanto a tus sensaciones que deseo ser yo, la que esté en ese bar, con el, y soy yo la que quiere recibir...lo merecido
besos volveré por más

lágrimas de mar

allen dijo...

Sensaciones... Es una forma de transmitir emociones... aunque quizá sea preciso ir más allá...

Anónimo dijo...

Bueno! me encantó ese final... yo también quiero merecer eso! muy lindo texto.
Cariños

Patricia Gold dijo...

Guauuu!!!...qué momento!!qué lindo es ser dominada de esa forma...parece que lo estuviera viviendo y son las 9.00 a.m.(mmm) voy a tener que esperar..
Aunque en tu texto me pregunto, quién dominaba a quién??...;o)..
Buenísimo..!!!..
bss..

BELMAR dijo...





Sígueme los pasos con los tacones puestos... mmmm... ¿qué tan altos son?



«Las sábanas rezuman otras vidas y otros cuerpos mientras el amanecer trae nueva jornada de adicción y desvelo...»


BELMAR


Rodrigo Fúster dijo...

Fumas demasiado... jajajajaj en cada uno de tus relatos hay un cigarrillo encendido